- La demanda de habitaciones en pisos compartidos es del 4%, mientras que en 2019 era del 3%
- El 12% de los que buscan vivienda en alquiler también contempla la opción de una habitación
- Un 33% de los que buscan habitación también exploran el arrendamiento de un piso completo
Con el comienzo del curso universitario en el horizonte, el mercado inmobiliario vive siempre en estas fechas su temporada alta del alquiler de habitaciones en pisos compartidos. Este año, como resultado de la pandemia, esta cita periódica llega con la incertidumbre de qué sucederá con la movilidad territorial de los estudiantes y el creciente protagonismo de la enseñanza virtual. La demanda de habitaciones en pisos compartidos era, justo antes de la crisis sanitaria, del 4%, según los últimos datos del informe “Perfil de las personas que comparten vivienda”, elaborado por el portal inmobiliario Fotocasa entre las personas que han alquilado o han buscado una habitación en piso compartidos en el último año.
Ese 4% es el porcentaje de personas entre 18 y 65 años que había alquilado o intentado alquilar una habitación en un piso compartido en los doces meses inmediatamente anteriores a la aparición en España de la COVID-19, lo que supone un ligero incremento respecto al 3% registrado en 2019. Seis de cada diez de ellos llegaron a completar el proceso.
Este incremento también se ha producido en los inquilinos que buscan una vivienda completa, que han pasado del 11% al 13%. Y aunque son dos mercados muy relacionados entre sí, el trasvase entre uno y otro no es equitativo: sólo un 12% de los que buscan casa de alquiler también contemplan la opción de una habitación, mientras que, en sentido contrario, hasta un 33% de los que buscan habitación también exploran el arrendamiento de un piso completo.
“Desde Fotocasa hemos visto que en los últimos años el perfil del español que comparte piso ha ido evolucionando y ha pasado de ser un mercado más propio de estudiantes a personas en activo que optan por este mercado ante la imposibilidad de acceder al alquiler de larga duración o porque prefieren destinar sus ingresos a otros menesteres”, explica Anaïs López, directora de Comunicación de Fotocasa.
Jóvenes y no tan jóvenes
El perfil de las personas que buscaba alquilar una habitación en un piso compartido antes del comienzo de la llegada del coronavirus era predominantemente femenino (68%). Además, como es esperable, se trata de un perfil joven: el 73% tiene entre 18 y 34 años. Pese a esto, sí que se percibe, en los dos últimos años, un incremento del peso de los adultos de 45 a 54 años que demanda una habitación (8%). Por lo general, son personas con un nivel socioeconómico medio alto (83%).
Dado que la edad media de este colectivo son los 31 años, es lógico que siete de cada diez demandantes de habitación sean solteros. Pero los datos también confirman un creciente protagonismo de separados y divorciados, en línea con lo que se decía del segmento de 45 a 54 años.
El piso compartido es también una opción para aquellos que buscan independizarse. Esto se manifiesta en el hecho de que el 33 % vienen de vivir con sus padres. También hay un 34 % que ya compartía piso con personas no familiares en el momento de la búsqueda: son los que repiten experiencia.
Cuestión de presupuesto
Cuando se trata de compartir piso, más de la mitad de los inquilinos (56%) lo hace porque económicamente no puede permitirse alquilar un piso completo. Aunque en menor medida, otros motivos importantes para ellos son que esta opción residencial se adapta mejor a sus necesidades (20 %) o que están ahorrando para adquirir otra vivienda en el futuro (14%).
El 32% de los que alquilan habitación comenzaba el proceso de búsqueda con la pretensión de encontrar habitación en una localidad diferente al lugar de residencia. Un porcentaje casi idéntico de inquilinos (30%) terminaron alquilando en una localidad diferente a aquella en la que viven. A partir de ambos datos (el del comienzo y el final de la búsqueda) podemos concluir que casi un tercio de los que alquilan habitación encajan con las dinámicas de movilidad estudiantil, con un importante volumen de jóvenes que, con el comienzo del curso, buscan trasladarse a una nueva ciudad para estudiar.
Esta búsqueda, además, para el 66% dura un mes o menos, un tiempo que se adapta a las expectativas de los arrendatarios: cuatro de cada diez consideran que era más o menos lo que esperaba. También hay un 19% que encontró vivienda mucho antes de lo esperado.
Para siete de cada diez demandantes de habitación los precios de los inmuebles siguen siendo el principal impedimento a la hora de completar la búsqueda. Seguidamente, el estado de las viviendas (41%), su antigüedad (32%) y la cantidad insuficiente de ofertas (28%) son las dificultades con las que se encuentran más frecuentemente.
Esta fotografía sobre el alquiler de habitaciones en viviendas compartidas, inevitablemente, se verá afectada por las condiciones en las que comience el curso escolar, el auge de la educación online y, también, la situación económica de los inquilinos (y la de sus padres cuando se trata de estudiantes). Los efectos de la pandemia seguirán dejándose notar a medio plazo también en el mercado de pisos compartidos.