Después de los muchos datos que se han expuesto en el presente informe, llega el momento de sacar conclusiones a partir de los mismos. Y algunas cosas están claras sobre el mercado inmobiliario después de medio año de pandemia en España.
La primera es que ha habido un descenso de actividad, algo perfectamente lógico si tenemos en cuenta que durante dos meses no hubo actividad de ningún tipo. El descenso ha sido más intenso en la demanda que en la oferta, pero el desequilibrio que se venía produciendo entre ambos lados del mercado sigue vigente y explica por sí mismo muchas cosas: la pretensión de comprar o de alquilar sigue en niveles altos.
También cae más el mercado de alquiler que el de compraventa. Todo el análisis del mercado de alquiler deja una sensación de mercado volátil, más expuesto a condicionantes externos, sobre todo, cuando son de tanta gravedad como una pandemia. Pero los tramos de edad más jóvenes tienen una mirada más positiva de este mercado y la covid-19 ha provocado que se valoren más sus ventajas en términos de flexibilidad y movilidad. Además, estos jóvenes tienen más esperanza en que la regulación de los precios anunciada y todavía pendiente de aplicación pueda ayudar a corregir equilibrar la oferta y la demanda de este mercado.
Sucede además que estos tramos de edad continúan con su búsqueda de vivienda, ya sea en propiedad o en alquiler, frente al parón más intenso que se ha producido entre los más mayores, a partir de 45 años. Es una cuestión en la que intervienen tanto el ciclo vital —con sus urgencias por emancipación o movilidad laboral y estudiantil— como la búsqueda de oportunidades en un escenario de precios a la baja.
En términos territoriales, la Comunidad Valenciana es la autonomía que más intensamente se ha visto afectada, con una caída de diez puntos porcentuales del nivel de actividad en el mercado de compraventa. Madrid y Cataluña, tienen sus propias peculiaridades de territorios con precios tensionados: en estas zonas hay más particulares buscando vivienda pero que aún no han conseguido cerrar una operación.
En cuanto a las perspectivas de futuro en el mercado de compraventa, resulta significativo que la intención de compra de quienes no están buscando ahora mismo vivienda en propiedad se haya incrementado: tiene mucho que ver con esas expectativas de que los precios bajen (la idea de que estamos aproximándonos a una burbuja inmobiliaria ha comenzado a retroceder tras años de subidas) y con la menor participación actual.
Hay, por tanto, una demanda latente que aspira a la compra de vivienda, pero, para concretarse, necesitará que la situación económica le sea propicia, algo que, en esta difícil situación nadie puede asegurar. Las incertidumbres seguirán todavía durante el tiempo que dure esta excepcional situación. En estos primeros seis meses ya hemos visto que la pandemia provoca algunos cambios intensos: la evolución del mercado a futuro dependerá principalmente de cómo evolucione también la situación sanitaria y de sus efectos sobre el conjunto de la economía.