El mercado de la vivienda está inmerso en uno de los momentos de máxima transformación de su historia tras atravesar una pandemia, con dos años frenéticos de actividad en compraventa, estrenar la primera Ley de Vivienda relacionada con el alquiler y encarar la etapa más agresiva de subida de tipos de interés para el mercado hipotecario por parte del Banco Central Europeo.
Un cambio de ciclo en toda regla en el que el sector inmobiliario inicia un proceso de adaptación a los cambios socioeconómicos externos. El mercado comienza una fase de acomodación y consolidación a las nuevas condiciones económicas impuestas por la nueva política monetaria de la eurozona y caracterizada por un Euríbor que presenta niveles elevados, no vistos desde hace 15 años.
Sin embargo, los indicadores del mercado apuntan a una estabilización suave y paulatina. El principal factor responsable de la actividad, la demanda de compra, sorprende en niveles fuertes e intensos a pesar del endurecimiento del acceso a la financiación. Las operaciones de compraventa en 2023 apuntan al tercer mejor año inmobiliario desde el boom de 2008 y el precio de la vivienda no solo se resiste a perder valor, sino que continúa con incrementos significativos en zonas tensionadas.
Precisamente esta Radiografía del mercado de la vivienda refleja la capacidad de recuperación y resiliencia que vuelve a mostrar el mercado. El potencial comprador de vivienda se mantiene expectante para actuar cuando la estabilización del sector ya sea tangible. Adquiere cada vez más relevancia la idea de inversión en el inmobiliario como un valor refugio a través de uno de los activos más seguros que existen: la vivienda. Y se refuerza el valor patrimonial del inmueble en detrimento de la opción habitacional del alquiler.
De hecho, el mercado del arrendamiento reduce su volumen de interacción. La demanda de alquiler, que ya venía mostrando signos de volatilidad desde el inicio de la pandemia, pierde fuelle y un porcentaje importante se retira al encontrarse con un mercado de precios máximos, de inestabilidad y escaso dinamismo, con una gran problemática de falta de oferta y, en definitiva, de grandes dificultades de acceso.
Las previsiones de desaceleración de la economía europea marcarán el futuro y mientras los tipos de interés no comiencen la desescalada, la demanda seguirá estable sin crecimientos abultados. Por ello, es momento de poner el foco en la vivienda, donde se requieren estrategias que mitiguen la desigualdad en el sector, promoviendo el alquiler social y estimulando el arrendamiento privado. Es crucial aprovechar las oportunidades de rehabilitación de viviendas e implementar políticas urbanas que fomenten la regeneración y sostenibilidad de las ciudades, transformando el modelo de desarrollo urbano. Es decir, se necesitan medidas que busquen aumentar y mejorar la oferta de vivienda, respaldadas por políticas que fomenten la confianza y la transparencia en los mercados de la vivienda.
No obstante, la experiencia de este ejercicio y de los años anteriores nos indica que el sector inmobiliario continuará siendo un impulsor económico y un ejemplo de resistencia ante la incertidumbre, mitigando las repentinas injerencias en el mercado.
María Matos, directora de Estudios de Fotocasa