El mercado inmobiliario comienza una etapa de acomodación a la nueva situación económica, tras dos años dorados de boom de actividad y dinamismo en el sector. Empieza un periodo de estabilización marcado por el cambio en la política monetaria con las subidas de tipos de interés, con un euríbor galopando hacia máximos desde 2008 y la dificultad de controlar la inflación.
La participación en el mercado se resiente, y se contrae la demanda moderadamente, debido al endurecimiento del acceso a la financiación. Sin embargo, no lo suficiente como para lograr un equilibrio en los precios. Tanto en compra como en alquiler, las subidas presentadas son de dos dígitos y muy abultadas. La transformación está siendo suave y paulatina, aunque dejando cambios muy pronunciados: el ejercicio comienza con una escasez de oferta muy marcada que provoca crecimientos significativos en el precio de los mercados más locales.
Eso sí, aunque se ralentice la demanda, el interés de adquisición continúa muy latente y los ciudadanos esperan con afán una vuelta a tipos relativamente atractivos para comprar su vivienda. De hecho, la intención de compra se mantiene en niveles superiores a los de prepandemia y ha resurgido un nuevo perfil de comprador: el inversor, quien se fortalece en momentos de incertidumbre.
En el alquiler, la crisis de precios también hace que se rebaje la demanda al expulsar del mercado a las rentas más bajas. Los principales perjudicados son los colectivos vulnerables, como los jóvenes, que ya pierden nueve puntos de participación con respecto al semestre anterior.
Otro de los grandes cambios de este año que perfilarán el mercado es la aprobación de la Ley de Vivienda, que tendrá impacto en el mercado del alquiler y preocupa por los efectos contraproducentes que pueda ocasionar. Sin embargo, la experiencia de los pasados ejercicios, nos recuerda que el inmobiliario seguirá erigiéndose como motor económico y ejemplo de resiliencia frente a la incertidumbre, sosegando las bruscas injerencias en el mercado.
Por ello, con unos niveles de oferta de vivienda bajo mínimos, se hace más necesario que nunca destacar la importancia de crear un mercado sano, estable y equilibrado, para lo que es necesario crear un marco que agrupe la vivienda, el urbanismo y el suelo, con medidas estimulantes e incentivadoras para impulsar el aumento del parque de vivienda público en alquiler, con viviendas sociales y asequibles a través de la colaboración público-privada.
En esta radiografía del mercado 2023 se constata una gran variación y cambio de ciclo, marcado por la etapa más agresiva de la historia del Banco Central Europeo, así como también se refuerza la idea de la inversión en el inmobiliario como un valor refugio a través de uno de los activos más seguros que existen: la vivienda.