En un ejercicio en el que la inflación cerró en máximos de los últimos 35 años y a las puertas de que la economía comience una recesión técnica, los ahorradores se preguntan dónde guardar sus ahorros para evitar la silenciosa pérdida de poder adquisitivo.
El aumento de la electricidad y los carburantes, sumado a la guerra en Ucrania, está agravando los efectos sobre el mercado del gas y de la agricultura, ocasionando que las tensiones inflacionistas continúen en el horizonte de este 2023. Probablemente, la escalada de los precios irá mermando el bolsillo de las familias hasta que se estabilice el IP, por lo que la principal vía para esquivar el alza de la inflación es invertir. Esta acción permite intentar obtener rentabilidades más altas que la cifra que presenta la subida de los bienes y servicios.
Por ello, la inversión en activos inmobiliarios se considera un valor refugio de cara las crisis y las épocas de incertidumbre como la actual. Y más precisamente, tras el restablecimiento del sector demostrado con la pandemia, ya que se ha situado como uno de los dinamizadores y motores de la recuperación económica del país. Es destacable que la inversión en el inmobiliario se ha incrementado en un 10% interanual.
Tanto grandes como pequeños particulares apuestan ahora por la vivienda como un amparo para evitar que sus ahorros se devalúen y se han lanzado a invertir al percibir este mercado como seguro, tras la evolución tan positiva desde el impacto de la Covid-19. Además, la rentabilidad de la vivienda sigue siendo el foco de inversión con menor riesgo del mercado.
De hecho, frente a otros activos como los Bonos del Estado o los depósitos bancarios, el ladrillo se ha consolidado como uno de los productos financieros de mayor rendimiento en los últimos años, y en muchos casos el que muestra la rentabilidad más alta. Según los datos del Índice Inmobiliario Fotocasa, el rendimiento de comprar una vivienda y ponerla en alquiler recupera su tendencia al alza y se sitúa en niveles máximos con una rentabilidad brutal del 6,9%. Hay que recordar que venimos de una gran transformación en el mercado del alquiler, ya que el precio comenzó a caer en 2021, lo que resultó en una moderación de la rentabilidad. Sin embargo, en el ejercicio de 2022, el precio de los arrendamientos nunca había alcanzado precios tan altos como ahora, que presenta las cifras máximas de toda la serie histórica, por lo que se prevé que 2023 también atesore cifras muy optimistas de rentabilidad.
La vivienda se posiciona no solo como una inversión segura y rentable a largo plazo, sino que también se revaloriza con el paso del tiempo. Lo que cada vez despierta el interés de más ahorradores.